viernes, 1 de mayo de 2020

XIULA LA BRUIXA, EL CEDÉ 1ª parte

Un buen día, alentado por Belén Carrere, mi amor, y Jesús Laboreo, mi camarero, se me ocurrió crear un blog (????), un lugar donde plasmar historias. Claro que una cosa es pensarlo y otra es hacerlo.
¿Cómo se hace un blog? Me metí en internet. Feliz de mí me decidí por WordPres, majestuoso resultado (el prometido). Claro que una cosa es pensarlo y otra es hacerlo.
Después de varias horas, más que horas, creo que fueron varios días, intentando que aquello rulase a base de repetir y repetir, logré hacer un churro, o sea, nada. Entonces fue cuando, aparte de evidenciar mi patanería con las nuevas tecnologías, tenía que tomar una decisión y la tomé, en lugar del más bonito (sistema para hacer un blog), busqué el más sencillo, claro que lo de sencillo debía ser para el común de los mortales y yo está claro que no pertenezco a lo común y me costó un mundo ponerlo en marcha, pero lo logré. Ya lo tenía, ya tenía mi blogspot. Después de unas semanas tenía el sitio donde escribir. Escribir. Una cosa es pensarlo y otra es hacerlo.
Primer gran dilema: ¿Sobre qué escribo? Y me puse a pensar, saque mi corazón y mi ilusión y escribí el encabezamiento del blog, lo intenté colgar y no cabía, vamos que escribí no sé cuántos montones de caracteres y no cabía, lo reescribí y tampoco, lo reescribí, lo reescribí, lo reescribí, me vino a la mente el hermano mayor, niño, de la peli El río de la vida. Al fin me cupo, al fin colgué mi primer escrito.
En este blog colgaré todo tipo de historias. También contaré algunas de las múltiples anécdotas que he vivido de primera mano en los innumerables proyectos de los que he sido partícipe. Anécdotas que surgieron del roce continuo con personas con las cuales he pasado muchas horas de ensayos, grabaciones, actuaciones, hoteles, viajes... Hablaré de las ilusiones, las desilusiones, las mentiras, las verdades, los hola, los adiós, los lloros y las risas, sobre todo las risas y el Amor. Creo que es una oportunidad para conocer este mundillo desde dentro, ya que la gente, normalmente, sólo tiene la oportunidad de oír el resultado final. Quiero hablar del músico que se dedica a tocar, que valora la libertad, del hombre que vive detrás de un instrumento y quiere creer que escapa a lo común, de la persona que trabaja cada día en un lugar distinto. También intentaré mostrar que el paso de los años no acaba con las fuerzas que necesitas para iniciar cada nuevo proyecto con ilusión renovada y limpia, la misma que tenía el niño Ángel cuando empezó a ensayar con su primer grupo. Que de vez en cuando, aún siendo profesional, puedes empezar algo nuevo que esté más cerca del corazón que del dinero.

No había vuelto a leerlo, no había vuelto a prestar atención al encabezamiento que posa al lado de la foto de mi cara con el envoltorio plateado del bocata de jamón que me comí aquella tarde de ocio (el jamón era de Teruel, altísima calidad, comprado en la tienda de Rosa y Jesús en la calle Bretón de Zaragoza) y que planté en mi nariz. Ese escrito lo plasmé en mi blog el día 3 de abril de 2012. Un escrito que siempre veía ahí, inamovible; unas letras pasivas que nunca releía (dos años) ¿PERO? Hoy lo he vuelto a leer y he visto que el escrito de introducción, sobre todo fue una promesa que os hice, una promesa que he incumplido y al darme cuenta de eso (promesa incumplida) me siento mal, está claro que he de cumplir. Claro que para cumplir la promesa he de desviar mis pensamientos, rehurgar en mis recuerdos y buscar una historia musical, una experiencia musical.
Por más que me pese, no podré escribir (por ahora) la historia que quería y eso me duele, ya que después de descubrir, después de ver claro el parecido, la similitud sin par, de Einstein y Giménez, es difícil para mí dejar de lado este tema, ya que hasta que no lo escriba no sabré el qué, y tengo ganas de saber, de descubrir, de conocer la historia del parecido entre el genio y el físico.
Hoy voy a narrar, según mi recuerdo siempre turbio e imaginativo (ya que recuerdo siempre más los sentimientos y las sensaciones que los detalles), la grabación de un disco en el que intervine (grabé), precisar qué pasó, quiénes éramos, las canciones, anécdotas, etc. Claro que una cosa es pensarlo y otra es elegir. ¿De qué disco puedo hablar?
Después de darle varias vueltas, he decidido hablar sobre la grabación del disco Xiula la Bruixa. Este es un disco de esos en los que he grabado y que en ocasiones vuelvo a escuchar, os aseguro que eso no es lo común en mí, de hecho no suelo volver a escucharme, ni siquiera al acabar de grabarlos, incluso alguno de ellos aún están en el papel de celofán que los envuelve y seguramente hay varios que no debo ni tener en casa, además de otros que con sólo pensar en ellos me da dolor de barriga. Pero éste, por lo que sea, de vez en cuando vuelvo a ponérmelo, a escucharlo, no sólo esto, tengo varias canciones en mi ipod que siempre me acompaña (el mp3) a todos los sitios cuando he de ir solo (muchas veces) caminando por la ciudad. ¿Por qué me enganché a éste? Seguramente la razón no es sólo musical, si bien me gustan las canciones y me gusta el personal, en lo personal e incluso me gusta cómo toqué en él (cosa que también ocurre pocas veces). Hay algo en este disco que me enamora.
Creo que la música te puede entrar de muchas maneras pero está claro que, para que se convierta en especial (para mí, para ti), tiene que entrarte en el corazón y eso no sé por qué sucede, no es por la calidad, ni por nada tangible, es como el amor, es un sentimiento que te elige. Creo. ¿Me estoy liando? Voy a poner un ejemplo comprensible. A ver: Los Beatles. Soy fan de ellos desde crío y he escuchado todos sus discos varias veces, pero hay un disco que cuando lo vuelvo a escuchar se me pone una sonrisa interior, me transporta a otros tiempos, evoca en mí momentos de soledad con ellos (escuchando el vinilo en el desván de mi casa), recuerdos de amigos de infancia, del fútbol en la calle, el cole (en donde ya estaba Xavier Canal), no es el mejor de ellos ni mucho menos, es un disco de la primera época y aunque si alguien me preguntase ¿cuál es tu disco favorito de los Beatles? posiblemente contestaría Sgt. Pepper's, cuando escucho A Hard Day's Night me dan ganas de vivir. ¿Por qué? Es un sentimiento, es amor. Pues con el disco de la Ratonera, Xiula la Bruixa, me sucede algo parecido, es un disco que me traslada a unos momentos, a una ilusión. Sentimientos.
Voy a intentar, en unos cuantos capítulos, contar cómo fue aquella grabación, contar también la historia (como yo la vi, contar lo que viví) de cada canción o de unas cuantas.
Era el segundo disco que hacíamos La Ratonera (el grupo se llama así). Por un lado Xavier Canal, amigos desde EGB, hablamos de los setenta (para saber más sobre nuestra relación podéis leer la historia Adelante, la primera de este blog) y por otro Miguel Ángel Morales, el Negro, amigo del barrio del Palillo (algún día escribiré algo). Algún otro día hablaré de la Ratonera, del grupo, de cómo surgió, de cómo me adoptaron el Xevi y el Negro, pero eso es otra historia.
Cuando yo entro en contacto con el proyecto, cuando me entero de que una discográfica nos va a pagar la grabación de un disco, que vamos a grabar un nuevo disco (el segundo con La Ratonera), las canciones del disco ya estaban hechas, el Xevi había compuesto unas cuantas nuevas (nuevas para mí, ya que otras ya llevábamos un tiempo tocándolas en conciertos) y había arreglado un tema de Lluis Llach. Después supongo que se juntaría con el Miguel Ángel Morales, el Negro, y dejaron las estructuras y todo bastante definido. Yo en Zaragoza, ellos en Manresa. Las canciones me parecieron buenas, pero la verdad es que yo necesito oírlas muchas veces para saber si me van a enganchar o no, claro que mi gusto, no sé por qué razón, no concuerda demasiadas veces con el de los demás y siempre que apuesto por una canción, la que más le gusta a la gente es otra, pero esto es otra historia que quizá algún día cuente.
Ya teniendo las canciones, había que arreglarlas para llegar al estudio sabiendo qué teníamos que hacer, ya que la discográfica no se estiró demasiado y teníamos muy pocas horas de estudio. En este grupo no hay arreglista propiamente dicho. Cada uno de nosotros tiene libertad absoluta para hacer lo que crea más conveniente. Tampoco se ensaya demasiado, hablamos de cosas, pero por lo menos a mí nunca nadie me ha dicho qué es lo que debía tocar, en ocasiones sí que hablamos de un tipo de sonido o idea general, del tipo de ritmo y esas cosas, pero es muy raro llevar una idea superacabada unilateralmente. Siempre hay algún arreglo de cuerda o teclados o voces que alguien tiene que pensar y, en el caso de la Ratonera, tocar, ya que no hay teclista. Creo recordar que nos repartimos un poco esta labor, o surgió de forma espontánea, pero dado que yo estaba en Zaragoza y ellos en Manresa, no podíamos vernos muy a menudo. Recuerdo haber metido teclados en dos temas y … bueno, de eso hablaré cuando toque hacerlo.
Preparamos todo con gran ilusión. Se respiraba un aire especial, fue como rejuvenecer. Después de unos bolos y unos pocos ensayos empezó el acto (de grabar).
Llegué a Manresa desde Zaragoza y subimos al estudio KAY, allí nos esperaba el Nyanyo (J.A. Castanyo), uno de los mejores técnicos de sonido que he conocido.
Voy a volver atrás, creo que me he saltado algo que tiene su importancia.
En realidad todo empezó con la maqueta, unos meses antes de iniciar la grabación. La compañía parecía interesada por nuestro trabajo y nos pidió una maqueta. La grabamos y la enviamos. Todo bien, pero necesitamos un “hit” (nos dijeron). Y fue cuando Xavier Canal (el alma y compositor del grupo) escribió Xiula la Bruixa (la canción), y eso les convenció y entonces se cogió fecha para el estudio.

Me presenté con mi bajo Factor para grabar en los estudios KAY.

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