Jordi Planas incluye el The Fool On The Hill de Castafiore entre las 100 mejores versiones de canciones de The Beatles, y yo resuelvo un misterio.




Hoy, Diego Martínez de Pisón me ha dado una alegría muy grande.

A principios de los noventa, creamos el grupo Castafiore. Lo mantuvimos durante varios años, y fue una formación que nos dio muchas alegrías. También nos regaló la oportunidad de tocar con algunos músicos de gran nivel que pasaron por la banda: Iñaki Askunze, David Gómez, Coco Fernández, en un par de ocasiones Joan Díaz, y en otra más, Jo Krause (también del 63, pero eso es otra historia). Giramos por España y salimos al extranjero (sin ninguna subvención). Nos incluyeron en algunos festivales importantes como, por ejemplo, Sur Son, de Toulouse.

También, si no me falla la información, somos el único grupo zaragozano que fue cabeza de cartel (no teloneros) en la historia del Festival de Jazz de Zaragoza. Por cierto, lo de poner teloneros aragoneses en el festival fue una propuesta nuestra.

Castafiore era, por aquel entonces, más que un grupo de música. Programábamos eventos múltiples. Promovimos un circuito de intercambio de grupos de jazz entre La Bilbaína (Bilbao), la sala Europa (Lleida) y El Real (Zaragoza); un proyecto que, sin duda, de haber seguido en activo, se habría ampliado a toda España. También intentamos impulsar una asociación de jazz, que se iba a hermanar con la ya existente en Lleida, con la que habíamos acordado esto, al igual que con otras con las que ya lo habíamos hablado. Publicamos una revista de jazz.

Todo aquello se truncó por algo que no voy a comentar, ya que hoy ya no tiene importancia y molestaría a demasiada gente. Zaragoza habría sido una ciudad muy, muy jazzera, pero solo éramos tres para todo, y nos cansamos de remar. Nuestras fuerzas tuvieron un límite. En definitiva, éramos músicos, no gestores. Cuando nuestro mánager, Luis Miguel Barriendos, que era lo más cercano que teníamos a la vida de lo posible y el más implicado en hacer realidad las ideas y el sueño de poner Zaragoza en el mapa jazzero, decidió abandonar el barco, no supimos cómo gestionar aquel trasatlántico que justo salía del puerto.

Otra cosa que conseguimos, aunque sin mérito por nuestra parte, y que demuestra la carencia histórica de jazz en Aragón (pero es historia de la música), fue ser el primer grupo aragonés en grabar un disco de jazz. Eso sí, con gestión privada, sin ninguna subvención. Supongo que no hacíamos un estilo musical demasiado afín a esos donativos, aunque yo siempre he pensado que nuestra música era igual de aragonesa que el folk o la jota; incluso, según cómo se mire, más. Pero ese es otro discurso con demasiados recovecos para exponerlo ahora. El arte es una cosa muy compleja, de enrevesado entendimiento y difícil manejo.

No recuerdo cuándo dimos por finiquitado el grupo. Creo que echamos la llave alrededor de 1997. Nunca me hubiese imaginado que, tanto tiempo después, Castafiore nos seguiría dando alegrías. Pero mira tú por dónde hoy Diego me ha informado de lo siguiente:

“Nos han incluido en el libro The Beatles: las 100 mejores versiones”.
Compartimos ranking, entre otros, con los Rolling Stones, Billie Eilish, Ella Fitzgerald, Joe Cocker, Yes, Elton John, Stevie Wonder, David Bowie, Nina Simone, Phil Collins, Jaco Pastorius, Sting, Pixies, Metallica, Amy Winehouse, Jacob Collier, Ringo Starr, Herbie Hancock, Pat Metheny o Bob Dylan.”

A decir verdad, nunca he creído en estas listas, pero desde que he hablado hoy con Diego, al menos en esta, sí creo. De hecho, la adoro. A partir de ahora, soy muy fan de Jordi Planas y su libro. Y su lista. (Jordi, te quiero).

Aprovecho esto del libro de Jordi Planas para hacer una pequeña denuncia: algunas de las personas que escriben en internet no tienen el suficiente cuidado a la hora de plasmar información detallada. Eso es un hecho. Internet está plagado de datos falsos o poco precisos. Los que lo hacen sin intención de manipular deberían esforzarse más en cotejar lo que publican, y tener mucho cuidado con lo que dejan escrito; ya que, para el lector, esa documentación puede convertirse en verdad, sobre todo si la sacan de un lugar con aspecto fiable.Y eso le ha sucedido a Jordi Planas al buscar información sobre Castafiore. El escritor se topó con un blog que parecía serio, uno de los pocos lugares donde se puede encontrar algo de información sobre el grupo, pero en lo poco que exponía, mezclaba verdad con mentira. Daba datos erróneos, como que fuimos teloneros de John McLaughlin, o que Jesús Fandos es Chus (lo del McLaughlin está ahora corregido; Jesús sigue siendo Chus). Tampoco informa sobre la evolución de la banda y sus miembros, pudiendo dar a entender que el grupo siempre se mantuvo con los componentes originales, cosa que dejó de ser así a los pocos meses de crearse. Al ser Castafiore una formación que vivió en una época en la que internet apenas nacía en España, dejó poco rastro en la red, y eso ha provocado que la poca información disponible no sea demasiado precisa.

En la grabación de The Fool on the Hill estábamos:
Iñaki Askunze al saxo tenor y autor del arreglo, Diego Martínez de Pisón a la guitarra, Coco Balasch al bajo, y Jesús Fandos a la batería.

Sgt. Beatles Fan Club, asociación de fans de los Beatles con sede en Zaragoza (llegó a ser la más importante de España), decidió publicar un disco de versiones: 16 grupos, 16 canciones.

Cuando escuché las versiones de los demás, me dije:

¡Caray! Cuánto riesgo han corrido al incluirnos. (Les agradecemos muchísimo que contaran con nosotros).

Éramos un grupo de jazz muy vanguardista, nada comercial. Hacíamos la música que nos gustaba, sin pensar en si iba a agradar a alguien (de hecho, aparte de los amigos, no recuerdo a mucha gente a la que le gustase). Una banda muy influenciada por los discos de principio de los noventa de Scofield y también por los jóvenes jazzeros del sello Criss Cross, que reivindicaban la modernidad jazzera, alejándose de la fusión y lo eléctrico que había acaparado los últimos años. Incluso entablamos contacto y nos tomamos alguna que otra cerveza con varios de estos jóvenes pujantes. Voy a contar eso:

Un buen día, entraron un par de músicos jóvenes de Nueva York con un papelito en la mano donde ponía: “Bar La Radio, C/Lorente nº 46, 50005 Zaragoza”. Este bar era de Diego y, a su vez, la sede oficiosa de Castafiore, nuestro punto de reunión nocturno. La cuestión es que, después de aquellos dos tipos, pasaron unos cuantos más, todos músicos jóvenes y de Nueva York, todos con su papelito con la dirección del garito. Seguramente, alentados por alguno de esos músicos que ya habían pasado por allí y les habían contado que en Zaragoza existía un bar donde se podía escuchar el jazz más vanguardista del momento. Claramente, el boca a boca neoyorquino funcionó a todo tren, y cuando alguno de estos músicos venía a tocar a Zaragoza, o pasaba por la ciudad, se acercaban a La Radio. Entre otros, estuvieron: Brad Mehldau (Brad también está en la lista de Jordi Planas), Kurt Rosenwinkel, Jeff Ballard (con melena), Jordi Rossi, Avishai Cohen o Ben Street (este último vino con Rosenwinkel y Ballard), mientras nosotros pasábamos las horas dentro con aire festivo, Ben se quedaba fuera del bar, con la oreja pegada a la puerta acristalada, cuando alguna música le llamaba la atención, entraba, se ponía a escuchar muy cerca de un bafle, y después volvía a salir: no le gustaba estar en sitios donde se fumaba. Ben era vegetariano, no fumaba y no bebía. Un tipo excepcional y muy paciente. Estuvimos una mañana juntos buscando un contrabajo para mí, y hablando sobre la función del bajo en una banda de jazz (me aclaró varias cosicas). Yo, a cambio, le hice probar la horchata por primera vez en su vida, y también le mostré un vídeo con la obra de Mariano Fortuny (era un gran enamorado del arte, pero no conocía a Fortuny): se quedó maravillado con ambas cosas. Ahora todos ellos son grandes figuras del jazz internacional. Diego y yo seguimos, de vez en cuando, tomando cervezas en el Mini Bar de Zaragoza.

El disco donde aparece nuestra excepcional y, al fin, valorada versión de The Fool on the Hill se titula Campos de Fresas.

Hoy estoy disfrutando de este merecido reconocimiento a la exquisita calidad de nuestra versión, reconocimiento que no siempre fue tal; de hecho, ha tardado casi 30 años en llegar. La verdad es que, en 1995, escuchar aquel tonto de la colina de Castafiore no debía de ser algo agradable, y menos aún para la mayoría de fans de los Beatles.

Además, comparada con las otras versiones, más cercanas a las originales, que plagaban el disco, seguramente aún más destacaba la apariencia psicótica de nuestra tocata. A mí me encantó lo que hicimos, y todavía hoy me gusta mucho. (Creo recordar que la del Niño Gusano también se las traía).

Al final de la toma se pueden oír nuestras carcajadas, que posiblemente no ayudaron a transmitir la seriedad del asunto. Seguramente algunos pensaron que tocamos lo primero que se nos pasó por la cabeza, y luego nos descojonábamos, pero la realidad es que aquellas risotadas, espontáneas, fueron fruto de la liberación de tensión al darnos cuenta de que habíamos logrado acabar sin demasiados apuros aquel enrevesado arreglo… ¡a la primera!

Hay que tener en cuenta que, además de la dificultad de aquella versión, estábamos grabando todos juntos con los amplis, la batería y los demás instrumentos en una habitación llena de espuma oscura por todos lados, un habitáculo de 3x5 sin ventilación alguna.

Todo esto lo he contado para poneros en situación antes de desvelaros el descubrimiento que he hecho mirando la carátula del disco.

Hoy he desempolvado este CD y me he puesto nuestra versión un par de veces seguidas. Mientras miraba los créditos, me he quedado con un detalle revelador. No sé si es un mensaje creado a propósito por el productor, el diseñador, los directivos del club de fans, o simplemente una casualidad divina (o de otro tipo), pero en la parte trasera, donde suelen esconderse estos asuntillos, figura lo que parece un aviso para los oyentes, en forma de jeroglífico de difícil comprensión… que he resuelto. He decidido desvelarlo por el bien de la comunidad beatelística. Es bien sabido que este tipo de mensajes abunda en el mundo Beatle, así que no es de extrañar que haya vuelto a suceder en este caso. He teorizado sobre la probabilidad de que haya una consigna oculta que avisa, al posible comprador, de que en este disco suena una versión que desentona con las demás, y que, si sabes descifrarlo, podrás saltártela y disfrutar de un divino disco de versiones sin estridencias.

Hoy voy a sumar otra anécdota más al universo Beatle, un regalo para los beatlemaníacos, que sé que disfrutan sabiéndolas todas. Voy a dar solución al enigma oculto en la contraportada del disco Campos de Fresas. Un mensaje camuflado avisa de que en este CD cohabita una versión poco recomendable: la contraportada, al menos en la primera edición (hay dos: una con 16 temas, y otra con 14) está llena de fotos de escarabajos. Cada imagen acompaña al nombre de una de las bandas, es decir, cada grupo tiene su escarabajo.

A nosotros nos emparejaron con el escarabajo de la patata. Sopesa.


PD: The Fool on the Hill, la canción… la propuse yo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario