jueves, 31 de diciembre de 2020

DR. BRAULIO



    No son muchas, por lo menos en mi caso, pero hay personas que no te hace falta más que tres ratos para que te dejen huella y, cuando piensas en ellas, te embarga un sentimiento placentero. Eso me pasa con Braulio. 

En las pocas veces que he coincidido con él, me ha dejado cosas importantes, aunque lo que recuerdo de estos ratos son más un montón de  buenas sensaciones que los detalles de los encuentros, sé que me dejó cosas importantes porque me influyó y ayudó en alguna encallada, por ejemplo la de dejar de fumar. Como él era doctor y trataba allá en Ciudad de México a gente con problemas de pulmón, sabía mucho sobre la adicción al tabaco y veía, en algunos de sus pacientes, lo complicado que es desprenderse de ella aún siendo evidente que el cigarro está acabando con tu vida. Recuerdo que estuvimos hablando de este tema y su charla funcionó en mí, fue esencial para que yo lo dejase de una vez por todas, no recuerdo los detalles de aquella conversación pero su palpable influencia, aquellas palabras, me hicieron afrontar el proceso, esta vez, de una forma poco angustiosa además de obtener un total éxito; no es simplemente que ya no fume, es que por primera no fumo y no tengo ganas de hacerlo. En otra charla unos años antes, recuerdo que estuvimos con el mismo tema y me dijo una frase, esa más o menos la recuerdo y la llevé durante años en mi cabeza, quizá esa también ayudó a que fuese tan efectiva la más reciente charla consejera que me llevó al éxito sobre este tema que tanto me ha obsesionado desde hace mucho (dejar de fumar), la cosa en aquella ocasión fue más o menos así: Le invité a un cigarro y me dijo –Gracias, pero no fumo -. Le dije que me gustaría dejarlo, le dije que me daba miedo el seguir fumando y sus consecuencias inevitables. Él me contestó –No tienes suficiente miedo, si lo tuvieses no fumarías -. Aquellas palabras se me quedaron grabadas. La segunda vez que hablamos de ello, años más tarde, cambió de táctica y curiosamente me fue mejor, aunque pienso que la del miedo también influyó.

Su voz es pausada y, su charla convincente, destila educación extrema, los americanos que me traen los paquetes que pido por internet en ocasiones me lo recuerdan con su “gracias, señor” y este trato de usted. Y cuando esto sucede (el que me lo recuerden estos repartidores americanos), digo en mi mente dos palabras, ya que si lo hiciese en voz alta podría llevar a tensión por confusión, digo ¡Braulio! ¡Tequila!. 

Él es amigo de un amigo de Teruel capital, él (Braulio) está el que más lejos y yo a 170 Km. por lo cual es difícil coincidir por azar y por esa causa casi nunca nos hemos visto a solas, sino siempre en compañía de Jesús (el amigo común), eso dificulta el proceso natural de amistad, por lo menos lo que yo siento como amistad más allá de ser meros conocidos, pero aún siendo así, he estado en dos ocasiones, que yo recuerde, hablando con él sin nadie más presente, la primera fue en la terraza de un bar tomando unas cervezas, estábamos él, el amigo Jesús y yo, pero en un momento dado el amigo (Jesús) tuvo que ausentarse unos minutos, no serían más de diez, pero aquella conversación, que no recuerdo sobre qué fue, me llenó de buenas sensaciones que aun siento cuando lo recuerdo (a él) sentado frente a mí, además me dio unos datos, que tampoco recuerdo ya que no recuerdo lo hablado, unos detalles sobre algo que me dejó bastante sorprendido  (eran unos porcentajes sobre gente en ciudades que…), quizá no los datos que aportó al tema del que estábamos hablando que no recuerdo cual era, pero sí de que era un tipo de cosa que no demasiada gente sabe; cuando regresó el amigo común, retomamos el tema anterior que curiosamente si recuerdo, seguimos hablando de lo bonito que es vivir, a eso también aportó comentarios muy atinados. La segunda vez que estuve sólo con él, fue en un espacio de tiempo mucho más largo, por lo que fuese estuvimos andando un buen rato los dos juntos por Teruel, me señaló el piso donde había vivido en esta pequeña ciudad; en ese momento en el que estábamos paseando en pareja, él estaba pasando unos días con el amigo Jesús, pero años atrás me comentó que ya había estado viviendo en Teruel; aquel paseo, fue muy agradable, hacía un día fabuloso, ¡ya recuerdo! estábamos en un descanso de la grabación del vídeo ese en el que Carol está tan guapa y canta tan bien, por lo que sea le acompañé a casa del amigo Jesús que es donde se hospedaba, yo y Gazol también dormiríamos aquella noche allí. En aquel paseo recuerdo que le dije que me sentía intoxicado por el tabaco y fue entonces cuando me habló de su trabajo y eso. Por la tarde volví para acabar la grabación del vídeo, al finalizar salimos del Marín y nos tomamos con los Franciscos una o dos cervezas en el Lennon, después nos fuimos andando a casa del Jesús con el Francisco batero, ya era tarde, no recuerdo la hora, abrí la puerta de entrada del piso del Jesús y la Carol, que se habían ido antes y ya se habían acostado, entramos y allí estaba Braulio esperándonos a la luz de dos velas, con tres vasos y una botella de un tequila cristal de varias destilaciones, y eso sí que lo recuerdo bien, un sabor que jamás antes había disfrutado, el mejor de los destilados que jamás he probado en mi vida. Siempre que me tomo un tequila, digo a los que me acompañan, con mi sabido diplomático hacer: Esto es una puta mierda, una noche estuve con un tipo mejicano que me invitó a TEQUILA y eso sí que era … En definitiva, tal huella dejó aquello en mí que cada vez que pruebo u oigo la palabra tequila pienso en Braulio y, aunque aquel muchacho que no he vuelto a ver y posiblemente no vuelva a hacerlo me dejó su impronta en temas probablemente más relevantes que este, cuando oigo tequila digo Braulio y cuando oigo Braulio me viene a la mente aquel tequila cristal, aquella increíble velada y un sentimiento placentero me embarga. 

Hoy he pensado en ti y he querido dejarlo reflejado en este texto. Cuídate tío, que aunque sólo fueron tres sin Jesús, has calado, un par de veces más y pasamos del aprecio a amigos del alma. Ciao. 

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